P: ¿Cómo empezó todo? ¿Cuándo fue la primera vez que viste “Billy Elliot El Musical”? Cuéntanos qué sentiste.
R: La primera vez que vi Billy no fue la más especial para mi. No me convirtió en un fan pero me gustó. Y repetí.
La función más especial fue cuando me tocó a Harrison Dowzell (Musical de Londres, 2012-2013): me quedé maravillado con su extraordinaria interpretación. Recuerdo cómo su Angry Dance me puso la piel de gallina. Ya en el descanso supe que volvería a Londres y le volvería a ver una y otra vez. Tan sólo vi a Harrison dos veces pero me convirtió en un fanático del musical.P: ¿Cuántas veces has visto ya “Billy Elliot El Musical”? ¿Se te ha escapado alguna adaptación?
R: Vi Billy 77 veces en Londres (con 14 Billys diferentes). Desde que finalizó el musical en el West End he visitado 25 ciudades más en 20 países diferentes: unas 95 funciones, que, sumadas a las que vi en Londres hacen un total de 172.
He visto cada una de las adaptaciones europeas, a excepción de la de Mataró (tengo ya las entradas para Abril del año que viene). Fuera de Europa sólo hay dos adaptaciones que no he visto: la de Broadway de Nueva York y la de Sydney. He viajado 270 mil kilómetros desde Nueva Zelanda hasta Perú, de Japón a México, de Corea del Sur hasta Pensilvania (EEUU). Lo suficiente para poder dar la vuelta al mundo 7 veces (o recorrer la mitad del camino hacia la Luna). Estoy muy pendiente de las nuevas adaptaciones que están preparadas para República Checa, Chile, Brasil y Australia.P: ¿A qué país y adaptación otorgas tu mejor puntuación? ¿Y la peor?
R: El peor show que he visto es el de Tallinn (Estonia). El director ni se molestó en encontrar a un Billy que supiera actuar, cantar o bailar. No es que el actor que había allí fuera un mal bailarín… ¡es que ni siquiera bailaba! Durante la escena de Electricidad cantó la canción y seguidamente abandonó el escenario para que entrara otro chico, más mayor, y bailara la coreografía…
El componente más importante del musical es el baile. He visto unos cuantos niños en el papel de Billy Elliot, algunos son excelentes bailarines, otros no tanto, pero sólo cuando los veo realmente esforzados en superar sus propios límites como actores, retando no sólo a la coreografía si no a sí mismos también, considero que es una buena función. Sólo necesito ver a Billy dar el 100%, necesito sentir que está retado en cada momento. Es complicado elegir un Billy favorito. Normalmente me quedo con el último que acabo de ver. Y si no es así es que no he disfrutado con la función… Sin embargo, uno de los que encabezan la lista de mis favoritos es, obviamente, Harrison Dowzell, del show londinense.P: Has estado en Madrid 8 veces y tienes pensado volver. Con todas las funciones que has visto a lo largo del globo, ¿Qué impresiones te ha dado la adaptación española? ¿Ha habido algo en especial que te ha llamado la atención?
R: La versión madrileña es bastante parecida a la original de Londres, aunque no es una réplica exacta como la de Japón o Corea. Hay pequeños cambios y creo que son geniales: como Susan Parks, que siempre da las gracias a la Srta. Wilkinson cuando la ridiculiza en clase, o cuando la abuela asegura que eran los demás los que querían abrir la carta (creo que dice eso… desafortunadamente no hablo español).
Disfruto mucho esta versión así que seguiré repitiendo (a pesar de que después de verla por primera vez dije que nunca volvería… la razón no tenía nada que ver con el espectáculo: ¡es que odio que la gente coma en el teatro!)P: Si pudieras describir la actuación de Diego en una sola palabra, ¿cuál utilizarías? ¿Qué impresiones tuviste con él?
R: Diría que Diego es impresionante, excepcional, brillante. Es un intérprete realmente genial. Su Angry Dance es de primera categoría: está lleno de energía, rabia y mucha intensidad.
Lo mejor de la adaptación española es que se ha puesto muchísimo esfuerzo en encontrar a los mejores niños para el papel, y no sólo eso: aún invierten más en enseñarles y prepararles. Creo que a la producción le ha tocado el gordo con Diego, es un chaval con mucho talento.P: ¿Cuál crees que es el secreto del éxito de “Billy Elliot El Musical”? Y, en concreto en tu caso, ¿qué tiene la historia, qué te conmueve?
R: Creo que a todo el mundo le gusta porque tiene diferentes estratos en los que cada miembro de la familia se siente identificado o llamado por un mensaje. Si eres un padre te relacionas con el padre de Billy y el esfuerzo por su familia; como madre tienes las emotivas canciones del momento de la carta… y como hijo disfrutas de la gran variedad de escenas cómicas y aprendes la importancia de ser tú mismo, de luchar por tus sueños.
Lo que más me gusta de la obra es el debate y lucha internos del padre de Billy por aceptar a su hijo tal y como es, acabando aceptándole y apoyando su sueño. Mi escena favorita es la despedida de Michael y Billy. Es una escena sumamente emotiva si los chicos actúan bien (¡y en Madrid lo hacen muy bien!).P: ¿Qué haría que dejases de viajar por el mundo para ver el musical? ¿Llegará un día en el que digas: “Ya está, ya he visto Billy Elliot suficientes veces”?
R: No veo aún el final. No me imagino ese momento. Es que no puedes aburrirte de él: es diferente en cada país… habrá más o menos cambios, algunas sorpresas pero no sólo eso: cada show es único porque cada niño tiene un abanico diferente de destrezas y puntos fuertes. Además, el mismo Billy puede sorprenderte de una función a otra porque va mejorando con la edad, tanto que cuando vuelves a verle meses después es como si lo disfrutaras por primera vez.
Además, durante la función de Diego, hizo decenas de fotos geniales que os dejamos a continuación. Gracias Istvan y… ¡larga vida al musical!
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